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Sobre el trabajo interdisciplinar

  • Foto del escritor: Daniel Montañez
    Daniel Montañez
  • 19 may 2020
  • 1 Min. de lectura

En un principio, la tarea comunicativa describió una trayectoria que buscaba establecer un terreno común de referencia entre las diversas disciplinas que integran el proyecto, a saber, la música, las artes escénicas y los medios audiovisuales. Sin embargo, a medida que el proyecto se desarrollaba fue necesario cambiar de perspectiva frente al carácter interdisciplinario, pues la intención homogeneizante tuvo que pasar a segundo plano y el uso de la diversidad como fuente enriquecedora y que dota de profundidad al quehacer creativo, se convirtió en la nueva intención comunicativa.


Las experiencias previas de cada intérprete, sus percepciones, perspectivas, conceptualizaciones e interpretaciones del contenido (valga el pleonasmo), cobraron relevancia diametral en la medida en que se constituyeron como piezas clave en la construcción de cada universo sonoro que habita en las cinco piezas. El conocimiento de Milena sobre el movimiento corporal, la dimensión gestual en el Arte Dramático, la semiología del cuerpo en escena y la narrativa intrínseca del movimiento, permearon y nutrieron la dirección compositiva del material sonoro, así como también la experiencia musical y el entendimiento sonoro en términos tímbricos de Daniela, influyeron sobremanera en el desarrollo exitoso de nociones sonoras enfocadas al estatismo y el movimiento en función de este. De igual manera, el enfoque visual inherente al cine, provisto por Gabriela, resultó benéfico para la adecuación del movimiento en función de ideas evocativas a través del cuerpo.


El trabajo interdisciplinar se convirtió en el vehículo artístico para transmitir nociones performáticas, sonoras, semiológicas y orientar la ejecución del proyecto para llevarlo a feliz término.

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