Descripción del trabajo gestual
- Daniel Montañez
- 3 may 2020
- 2 Min. de lectura
A lo largo de Sonus in motu el gesto y sus características e implicaciones son parte del eje transversal a toda la obra pues se constituyen como materia prima para el desarrollo de las piezas, sus contextos, sus replanteamientos del movimiento y su identidad unificadora.
De principio a fin, la gestualidad se ve replanteada y puesta en diferentes perspectivas acorde con los niveles de literalidad de movimiento que se describen en cada pieza. En la primera pieza se plantea una gestualidad literal, con correspondencia sonora inmediata puesto que el cuerpo controla la interfaz de comunicación (kinect) y el computador devuelve una respuesta sonora a través del análisis y enrutamiento de los datos del movimiento en tiempo real. Este es un nivel inicial de gestualidad, el gesto como origen del sonido y en menor medida, el sonido como factor de recontextualización del movimiento, pues a medida que la intérprete escucha lo que su movimiento origina, transforma su gestualidad para relacionarse con el sonido.
Sucede algo similar en la segunda pieza, en la que el gesto se ve representado de manera menos literal pues las muestras sonoras son de naturaleza evocativa e inducen a la intérprete a plantear una narrativa con sus decisiones en escena. Hablamos entonces de un segundo nivel de gestualidad en el que el gesto valida al sonido por cuanto le proporciona un vínculo visual y semiológico, le atribuye una posible relación con una fuente sonora equilibrada en términos acusmáticos.
Para la tercera pieza, el gesto se ha convertido en el objeto de composición. Es entonces como el material sonoro se concibe desde el propósito de lograr la conjunción semiológica y la correspondencia en un nivel de literalidad más abstracto y expresivo. Es en este tercer nivel de gestualidad en donde el gesto se compone a través del sonido.
En la cuarta pieza, abandonando la literalidad casi por completo, el gesto y el sonido responden a nociones cuyo nivel de abstracción es considerablemente más etéreo. La tangibilidad del material sonoro y sus características obedecen a un marco de referencia extramusical que pone la técnica al servicio del estatismo, la contemplación y la expresividad. En este cuarto nivel de gestualidad la correspondencia entre sonido y gesto se torna lejana y demanda un mayor nivel de profundidad.
Para finalizar, en la quinta pieza se replantean una vez más las condiciones de causalidad y jerarquización de la gestualidad frente al sonido, propiciando la creación contínua a través de un gesto artificial, un movimiento sintético mediado por el movimiento digital y una sonoridad que resignifica al gesto y se vale de él para resignificarse. Este quinto nivel de gestualidad puede ser el más simbiótico y homogéneo de los cinco.
Video explicativo que expone el desarrollo de manera narrativa.
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